domingo, 12 de julio de 2009

Gorilas en la niebla

No nos referimos al célebre trabajo de Dian Fossey, producto de 13 años de investigación sobre la vida de los gorilas, sino al golpe de estado hondureño donde una subespecie de neosimios políticos se ha encaramado en el poder usando metralletas, tanques y aviones de guerra.
Todos los gobiernos de nuestro hemisferio han expresado su rechazo y condena al golpe, pues el periodo histórico está marcado por la denominada democracia global, lo cual significa la consolidación práctica e ideológica de la democracia formal como método de elegir gobernantes y de crear gobierno.
Derrotado el comunismo realmente existente y afirmada la ideología liberal burguesa, era necesario que a lo largo del mundo se aprovechara la situación para impugnar cualquier intento que deteriorara o pusiera en peligro ese triunfo. Por ello, el imperialismo norteamericano y todos sus ideólogos se empeñaron en componer melopeas a la democracia política. Francis Fukuyama llegó a sostener que el hombre es naturalmente capitalista.
Por su parte, un jubiloso Huntington sostenía que nos encontramos en la tercera ola democratizadora, la cual empezó en 1974, destacando algunos factores que la generaron: La aceptación de los valores democráticos en el mundo, el incremento de los niveles de vida, la posición reformista asumida por la Iglesia Católica, la promoción del sistema realizado por EEUU y la manifestación del efecto "bola de nieve" a modo de contagio y emulación.
¿No previó el politólogo norteamericano que en Latinoamérica subsiste la tentación autoritaria, encarnada en las Fuerzas Armadas, las burguesías y la clase política? ¿Pensó que la primavera democrática sería eterna? Su júbilo terminó pronto. La Iglesia católica hondureña ha bendecido el golpe, la clase política se ha unido con las Fuerzas Armadas y el poder judicial, mientras que Estados Unidos ha rechazado tibiamente la acción golpista (hasta la fecha mantiene su legación diplomática en Honduras). La vetusta OEA, la ONU, la Unión Europea y diversas organizaciones globales se han pronunciado en contra. Formalmente, Honduras está en un completo aislamiento.
Pero todo ello de nada ha servido, pues los golpistas se mantienen en sus cuatro extremidades. ¿Por qué Norteamérica, tan presta siempre a invadir territorios ajenos en plena era global, no amenaza, anuncia, insinúa o propone alguna acción directa contra los gorilas hondureños?
La tesis de que Estados Unidos estaría en cierto modo detrás del golpe a través de la CIA no es descabellada. James Petras, prestigioso intelectual, ha sostenido abiertamente no tener ninguna duda sobre la presencia militar profunda de Estados Unidos en Honduras: "no hay ninguna posibilidad de que este golpe ocurra sin la presencia y complicidad de los Estados Unidos". También lo ha señalado el politólogo argentino Atilio Borón: "La brutalidad de todo el operativo lleva la marca indeleble de la CIA y la Escuela de las Américas". Parecida opinión tiene Noam Chomsky.
En todo caso, los futuros acontecimiento han de aclarar la situación. Mientras tanto, Michelleti y los militares golpistas, junto a las fuerzas reaccionarias, se mantienen en el poder y ya tienen algunos muertos en su agenda. En lo inmediato, nos corresponde a los ciudadanos latinoamericanos condenar en todas las formas y en todos los espacios este retroceso en la consolidación de la democracia. Los gorilas hondureños se encuentran en la niebla y esperamos que ninguna Dian Fossey busque salvarlos de su extinción definitiva.

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