domingo, 21 de junio de 2009

La concepción democrática elitista de Joseph Schumpeter

La concepción elitista de la democracia del economista austriaco Joseph Schumpeter impera casi sin contrapeso desde la mitad del siglo pasado. Intenta pensar una forma política de sociedad que sea compatible con los esquemas de mercado que cree más convenientes para la realidad de su tiempo (después de la Segunda Guerra Mundial). Sin embargo, las cuestiones planteadas por él desbordan lo simplemente económico. Sus ideas tienen un efecto devastador sobre las concepciones clásicas de la democracia. En su libro "Capitalismo, Socialismo y Democracia" critica ferozmente la definición de la doctrina clásica: "el método democrático es el acuerdo institucional para la toma de decisiones políticas, que logra el bien común haciendo que el pueblo mismo decida las cuestiones mediante la elección de individuos que deben reunirse para ejecutar su voluntad".
Schumpeter rechaza la precedente definición y asume una concepción no ética ni filosófica de la democracia, sino procedimental. La definición tradicional considera que la voluntad popular tiene por objetivo el bien común, eligiendo representantes, pero el distinguido economista se pregunta si existe un bien común. No, responde. Refuta que exista el bien común por tres razones: 1. No existe nada que sea un bien común determinado en forma única acerca del cual todos los individuos estén de acuerdo o se les pueda convencer por la fuerza del argumento racional. 2. Aun si existiera un bien común suficientemente definido, aceptable para todos, ello no implicaría unas respuestas igualmente definitivas a los problemas individuales. 3. Como consecuencia de las dos proposiciones precedentes, el concepto de voluntad del pueblo se desvanece en el aire, porque este concepto presupone la existencia de un bien común determinado en forma única y discernible para todos.
También se pregunta si existe una voluntad popular y qué tipo de voluntad es ésta. Considera que una voluntad merece ser respetada si es independiente, definida (ligada a la vida diaria) y racional. Schumpeter dice que hay que ser realistas y tener otra definición de democracia y no sustentarse en el bien común ni en la voluntad popular. Propone, pues, una definición procedimental de la democracia: "la democracia es una competencia por la dirección política". Los partidos políticos y sus representantes a través de elecciones alcanzan un derecho. Son los representantes y no el pueblo el que determina el fin: hacen sus propias decisiones y no sólo la voluntad del pueblo.
La definición de Schumpeter básicamente se concentra en la competencia, en las técnicas y en los procedimientos. Convierte a los representantes en un grupo de profesionales, de élites que gobiernan. Después de analizar la naturaleza humana en la política, Schumpeter concluye que "en realidad el pueblo no plantea ni decide los problemas, sino que los problemas que modelan su destino se plantean y deciden normalmente sin su participación". Y agrega: "el método democrático es el acuerdo institucional para la toma de decisiones políticas donde los individuos adquieren el poder de decisión mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo".
En base a estas ideas, asumidas por gran parte del pensamiento político contemporáneo, se otorga al pueblo el papel de "crear gobierno", considerando la democracia sólo como procedimiento y no como fin ni forma de vida, negando la necesidad del bien común y de la soberanía popular.
Es indudable que el pensamiento neoliberal y neoconservador se alimenta de estas propuestas. La práctica política del actual gobierno en nuestro país así lo confirma. ¿O el pueblo es consultado sobre los problemas más agudos y urgentes? Claro que no. Sólo pensemos en las luchas de las etnias amazónicas o en las actuales luchas de Andahuaylas o en las movilizaciones que realizó la comunidad de Tambogrande. ¿Tal vez los maestros fueron consultados sobre la Ley de Carrera Pública Magisterial? Y así podríamos señalar una larga lista de problemas en donde el pueblo no sólo es ignorado sino también despreciado, salvo cuando se levanta y exige que por lo menos se le escuche. Pero antes, tiene que pagar una dolorosa e irreparable cuota de sangre, ¿verdad señor Presidente de la República? Llegará, sin embargo, el día en que usted y su primer ministro den cuenta a ese mismo pueblo no de una sino de las muchas muertes que han perpetrado.

2 comentarios:

  1. Sería bueno que publicara las fuentes de consulta.

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  2. El elitismo democrático. Una lectura de Joseph Schumpeter respecto a la democracia, el bien común y el realismo político de nuestros tiempos.

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