La muerte, decía Epicteto, sorprende al labrador labrando, al navegante navegando: "¿Y tú, en qué ocupación quieres que te sorprenda la muerte?" Y Séneca contemplaba el momento de la muerte como el momento en el que uno, en cierto modo, podría erigirse en juez de sí mismo y medir el progreso ético cumplido hasta su último día. En su carta, escribía: "En cuanto al progreso moral que haya podido hacer, lo que me diga la muerte... Espero el día en el que me haré juez de mí mismo y sabré si tengo la virtud en los labios o en el corazón".
Y Sócrates después de ser condenado: “Quiero más morir después de haberme defendido, que vivir por haberme arrastrado ante vosotros… ¡no es lo difícil evitar la muerte, lo es mucho más evitar la deshonra, que marcha más ligera que la muerte!”
En las universidades no hay una cátedra sobre la muerte. Debería haberla. Reflexionar sobre la muerte es una brisa matinal que refresca la opresiva vida. ¿Amante de la muerte? No. Amamos la vida. Pero la vida sin la muerte no es vida. ¿Alguien quisiera vivir eternamente? Ah, los afanes de la vida. Esta noche se te pedirá cuenta de tu alma, decía Cristo ante las preocupaciones del hombre rico por acumular y guardar sus cosechas. ¿Cuántos guardan para mañana y pasado mientras otros mueren hoy ante su fría mirada? Kempis, el gran místico, le decía a su hermano: te falta tapiar una puerta que sobra en tu magnífico palacio: aquella por la que te sacarán un día encerrado en un féretro.
¡La muerte! Algunos han de sonreír. Otros maldecirán su condición. Más allá habrá quienes se inclinarán respetuosos ante la gran Adversaria. Y más acá, ¿los más?, pasarán indiferentes. Son los que Vallejo diría que han muerto sin haber vivido. Tristísima condición.
¿Y en qué ocupación encontrará la muerte a nuestros parlamentarios? ¿Contratando trabajadores fantasmas? ¿Cobrando por otros? ¿Durmiendo en el hemiciclo? ¿Aumentándose el sueldo? ¿Tendrán la virtud en los labios o en el corazón? ¿Arrastrándose? ¿Traicionando a sus compañeros de partido o a quienes los eligieron para que los representen cuando menos decorosamente? ¿Reuniéndose con los Canaan de variado pelaje, con los Alegría, con los rómulos y remos amamantados por la ubérrima loba estatal? ¿Haciendo papelones en la digna Bolivia? ¿Visitando a los corruptos o a los genocidas en la cárcel para negociar sin pudor? ¿Votando leyes contra los maestros? ¿Aprobando la ignominiosa ley de criminalización de las protestas populares?
Y a ti, ¿cómo quisieras que te encuentre la muerte?
Y Sócrates después de ser condenado: “Quiero más morir después de haberme defendido, que vivir por haberme arrastrado ante vosotros… ¡no es lo difícil evitar la muerte, lo es mucho más evitar la deshonra, que marcha más ligera que la muerte!”
En las universidades no hay una cátedra sobre la muerte. Debería haberla. Reflexionar sobre la muerte es una brisa matinal que refresca la opresiva vida. ¿Amante de la muerte? No. Amamos la vida. Pero la vida sin la muerte no es vida. ¿Alguien quisiera vivir eternamente? Ah, los afanes de la vida. Esta noche se te pedirá cuenta de tu alma, decía Cristo ante las preocupaciones del hombre rico por acumular y guardar sus cosechas. ¿Cuántos guardan para mañana y pasado mientras otros mueren hoy ante su fría mirada? Kempis, el gran místico, le decía a su hermano: te falta tapiar una puerta que sobra en tu magnífico palacio: aquella por la que te sacarán un día encerrado en un féretro.
¡La muerte! Algunos han de sonreír. Otros maldecirán su condición. Más allá habrá quienes se inclinarán respetuosos ante la gran Adversaria. Y más acá, ¿los más?, pasarán indiferentes. Son los que Vallejo diría que han muerto sin haber vivido. Tristísima condición.
¿Y en qué ocupación encontrará la muerte a nuestros parlamentarios? ¿Contratando trabajadores fantasmas? ¿Cobrando por otros? ¿Durmiendo en el hemiciclo? ¿Aumentándose el sueldo? ¿Tendrán la virtud en los labios o en el corazón? ¿Arrastrándose? ¿Traicionando a sus compañeros de partido o a quienes los eligieron para que los representen cuando menos decorosamente? ¿Reuniéndose con los Canaan de variado pelaje, con los Alegría, con los rómulos y remos amamantados por la ubérrima loba estatal? ¿Haciendo papelones en la digna Bolivia? ¿Visitando a los corruptos o a los genocidas en la cárcel para negociar sin pudor? ¿Votando leyes contra los maestros? ¿Aprobando la ignominiosa ley de criminalización de las protestas populares?
Y a ti, ¿cómo quisieras que te encuentre la muerte?
No hay comentarios:
Publicar un comentario