domingo, 13 de junio de 2010

PODER Y CORRUPCIÓN

El poder corrompe, pero no a todos. Nelson Mandela fue un estadista ejemplar. No se corrompió. La cárcel no le hizo renegar de sus principios. No lloriqueó ante el enemigo. No se humilló. No se prosternó. No rogó. No se sumó al coro de los tránsfugas y traidores. No delató a nadie. No vendió a sus compañeros de lucha. Pasó 27 años en la cárcel. Y luego dirigió el país que amaba. Y no se corrompió.

Tomás Moro era el Lord Canciller de Enrique VIII. Es decir, estaba en la cima del poder. Pero no obedeció al monarca en cuestiones centrales referidas al primado de la Iglesia. Renunció a todo cargo y vivió en la pobreza, pero no se inclinó ante el poder. Y eso le costó la vida. Fue decapitado. ¿Los corruptos de hoy podrían repetir lo que dijo entonces: «En mi corazón no encuentro las fuerzas suficientes para hablar de forma distinta a como me dicta mi conciencia?»
Ernesto Che Guevara era ministro de economía de la naciente revolución cubana. Admirado y amado por el pueblo. Y no se corrompió. Renunció al poder, al ministerio de economía, para ir, con su adarga al brazo, a combatir los molinos de viento del capitalismo. El poder no lo corrompió.
Simón Bolívar, después de la conjura que casi le cuesta la vida, salvado por la sagaz intervención de Manuela Sáenz, “la libertadora del libertador”, abandona el país que había liberado. Su mirada está puesta en Europa. No tiene medios económicos para una vida acomodada. ¡Él, el Libertador de cinco naciones!, al que aclamaban los pueblos, no tiene dinero ni otros medios que le aseguren el porvenir de una vida tranquila. Murió pobre. Y no se corrompió.

Bien decía Mario Bunge al ser preguntado si el poder siempre corrompe: “No – dijo -. No corrompió a Nelson Mandela, un hombre con sólidos valores personales y sociales. Alguien dispuesto a hacer el bien al prójimo. A luchar por la paz, la conservación del medioambiente, la igualdad…”

¿Cuántos de nuestros compatriotas que ocuparon y ocupan cargos claves en la conducción del país responden a este preciso retrato que hace Bunge de Mandela? Hombre con sólidos valores personales y sociales. ¿Los tuvo Fujimori? ¿Los tiene Alan García, en cuyos dos gobiernos se han producido hechos nauseabundos de corrupción, apenas superados por el gobierno de Fujimori-Montesinos?

Estos corruptos actuales, ¿están dispuestos a hacer el bien al prójimo, o sólo buscan llenarse impunemente los bolsillos? ¿O están prestos a luchar por una verdadera paz, fruto de la justicia? No, el pueblo sabe que nunca habrá paz si primero no hay justicia. ¿Tal vez estén prontos a luchar por la conservación del medioambiente? Tampoco. ¿Y Bagua, y la Amazonía, y las mineras y sus tajos abiertos, y el mercurio de Choropampa?
¿Tal vez busquen luchar por la igualdad? ¡Vade retro, terrorista!, dirán los neoliberales de ayer y de hoy. No interesa la igualdad, sino la libertad, gritarán, repitiendo lo que dijo Karl Popper, uno de los arquitectos teóricos del neoliberalismo. O volverán a repetir a ese impresentable neoliberal, asesor de Pinochet, Milton Friedman, cuando afirmó sin ningún rubor que el hombre es desigual por naturaleza.


El poder corrompe, no a todos, pero casi a todos, ¿verdad, señor presidente?


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