domingo, 14 de marzo de 2010

NI PIEDRA FILOSOFAL NI SUMMA FELIZ

René Zavaleta Mercado (1935-1984) es uno de los más importantes pensadores bolivianos. Sus reflexiones, expresadas en un lenguaje brillante y metafórico, son fértiles en ideas originales, ya sea en el análisis teórico general o en la interpretación de la sociedad boliviana. Elabora categorías propias para el entendimiento de la realidad, tales como abigarramiento, momentos constitutivos, formas primordiales, democracia como autodeterminación de las masas, entre otros conceptos.

Su marxismo no es de manual, sino creador. En el ensayo "Ni piedra filosofal ni summa feliz", Zavaleta afirma que Marx fue una "suerte de síntesis superior de la especie humana" y señala con claridad que "la densidad de sus ideas y el tipo de exposición de ellas, permiten varias lecturas que no se prestan a una visión unívoca…".

La reflexión zavaletiana se aleja, pues, de cualquier apropiación dogmática del marxismo. No hay, no puede haber, una visión unívoca, pero tampoco una visión equívoca, sino un abordaje plural de lecturas, las mismas que permiten el conocimiento de las complejas y diversas realidades. Esta postura lo une entrañablemente a Gramsci y a Mariátegui.

De otro lado, el boliviano rechaza las injusticias que se cometen con el pensamiento de Marx, pero al mismo tiempo es contrario a una glorificación panfletaria del mismo. Con ello se distancia de las apologías vulgares del marxismo convertidas en esquemas universalistas que no dan cuenta de la especificidad nacional. Añade que es ”injusto tratar de trasladar nuestras propias imposibilidades a supuestos vacíos en la exposición de Marx", con lo cual da una magnífica lección a quienes pretenden encontrar en el marxismo una respuesta a cualquier situación, cuando esa tarea es un deber de todo intelectual que piense o busque comprender su propia realidad. O también puede interpretarse, y así lo hace el propio Zavaleta, como una incapacidad de pensar, a partir de Marx, diversas realidades o concepciones, como la democracia, el Estado o las clases sociales

Zavaleta es muy lúcido al apropiarse del marxismo como método de conocimiento. Dice que Marx “indicó del modo más explícito que no toda época produce un conocimiento antropocéntrico" o en otros términos, lo que Marx sostenía "es que la historia avanza a su propio costo y que la verdad no es un hecho espontáneo que surge como revelación en el pecho del pueblo, sino que es una selección práctica en el seno del pueblo y por consiguiente la constitución de un tipo de masa o de otro en torno a una selección o finalidad".

Igualmente, Zavaleta refuta con brillantez a quienes achacan al marxismo de estar en crisis: "Es poco serio entonces hablar de la crisis de algo que ha elegido no existir sino críticamente. Es como si supusiéramos que alguna vez no estuvo en crisis. Y esto que vale para el mundo del pensamiento ocurre de un modo mucho más drástico en la práctica social, por ejemplo, con las revoluciones mismas".

Así, pues, el marxismo vive en una crisis permanente. No se osifica, incapaz ya de movimiento, sino que al elegirse como existencia crítica es capaz de ir superándose sin negarse. Por ello, “están equivocados los que creyeron que con el marxismo se había encontrado una suerte de piedra filosofal, o que cada revolución significa el fin de la historia, su summa feliz, y los que juzgan que con ambas cosas habíamos llegado a una conclusión".

El círculo no se ha cerrado. No hay conclusión posible. La historia no ha llegado a su fin, ni como ideología ni como acontecimiento. El marxismo no es ni piedra filosofal ni summa feliz. Es preciso, entonces, leer en las historias de cada nación los substratos que en los momentos agónicos son momentos constitutivos que abren la sociedad a nuevas posibilidades de realización. Momentos revolucionarios que son la manifestación de aquello que se gesta en el seno de la masa, deseosa de sí misma y de su plenitud.




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