domingo, 21 de febrero de 2010

BIOGRAFÍAS

Entre los libros de mi preferencia abundan las biografías. Tal vez sean mis lecturas favoritas porque en ellas busco la novedad que toda vida tiene, por oscura que parezca. Las biografías, las autobiografías y los diarios íntimos nos muestran seres humanos muy complejos. Hay algunos apasionados, trágicos, sombríos, luminosos, extraños a todo esquematismo: Agustín de Hipona, Vallejo, Dostoievski, Nietzsche, Pascal, Kierkegaard, Teresa de Jesús, Francisco de Asís, Dante, Thomas Merton. Otros parecen como demasiado fríos en su vida: Aristóteles, Kant, Hume, Spinoza, Hegel.

Una biografía para ser buena debe ser el retrato interior de los biografiados: sus búsquedas, su evolución espiritual, sus desgarramientos, su pasión. Además, desarrollar la influencia que recibió de la sociedad y el modo cómo influyó en ella. Esta relación dialéctica es imprescindible, de lo contrario tendríamos un biografiado sin historia, sin el humus de su tiempo, sin el olor ni el sabor de sus campos, de sus campanarios o de su jungla de cemento en los que discurrió su trajinar.

Hay biógrafos demasiado estúpidos, entre ellos tenemos a determinados hagiógrafos que nos pintan santos deshumanizados, decadentes y afeminados. Hay otros, que no pasan de ser superficiales y vulgares cronistas de unas cuantas anécdotas del personaje.
Las biografías son lo único que no se repite. Solo en la vida total, en el devenir existencial de la persona, hay una auténtica originalidad. Por ello las buenas biografías jamás aburren, aun cuando sea la misma biografía escrita por diversos autores: es que la riqueza humana es muy amplia. En ese sentido es falso lo que afirma Oscar Wilde: que ni en el pecado se puede ser original. Al contrario, diría que se es original en tanto las motivaciones profundas no se repiten, y aunque se repitieran, el espíritu, la experiencia humana es única y por ella pasa todo; por eso, hay esa impronta de novedad en toda vida.

Cierto es que existen hombres estandarizados, que viven como materia prima de fábrica: se les mete en la vida y van a dar al otro lado sin haber vivido creadoramente. De ellos dijo León Bloy: “Ah, bien sé yo que hay muchos animales llamados racionales que parecen haber vivido sesenta u ochenta años, y a los que un día se les lleva al cementerio sin que jamás hayan logrado salir de la nada. Muchos de ellos hasta han sido famosos en su viaje “del útero al sepulcro”. Sin embargo, en ese viaje, León, los infinitos instantes de cada vida son únicos, originales e irrepetibles.
Cada vida y sus instantes tienen una inconmensurable riqueza. ¿No lo demostró James Joyce en su novela “Ulises”? ¿Y de esa riqueza oceánica no tuvo conciencia el evangelista Juan cuando escribió: “Jesús hizo muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, creo que no cabrían en el mundo todos los libros que serían escritos”?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores