domingo, 4 de octubre de 2009

La obra de arte

Estas brevísimas notas están sugeridas por las ideas de Romano Guardini expuestas en su libro: "La esencia de la obra de arte". Sus concepciones son lúcidas y profundas. El hombre siempre está presente en ellas. Guardini bucea en ese gran misterio que es la obra de arte y descubre que ella nos lleva hasta ese otro gran Misterio que es la Realidad Plena, desconocida aún, pero intuida, presentida ya por ese extraño hombre llamado artista.
ENCUENTRO Y CONFIGURACIÓN. El artista está siempre en actitud de respuesta y trascendencia sobre la Naturaleza. Se siente distinto. Es un mirador en constante tensión. La búsqueda que realiza es la unidad metafísica y el sentido del Hombre en la Historia. Por eso, cuando encuentra un objeto de la realidad exterior, o cuando bucea en la interioridad y en la de otros, o cuando es tocado por la angustia que le produce el aparente caos ontológico, tales realidades para él no sólo "son algo, sino también le dicen algo. Su interioridad se pone en un peculiar movimiento. Se hace abierta y receptiva; pero a la vez, despierta, tensa y dispuesta a la actividad". Y "esta situación puede tener diversos grados de potencia, desde la vibración fugaz hasta el arrebato apasionadamente subyugado"
Esta diversidad en la potencia de la percepción y la respuesta es lo que indica la verdadera calidad del artista. Todo creador es terriblemente apasionado. Aquellos que sólo fugazmente sienten el aleteo de la belleza, de la vida, del misterio, de la aventura, producen obras superficiales, vanamente adjetivales, frondosas, pero nunca sustantivas, para decirlo con palabras de Antenor Orrego. Se quedan al margen de la vida y del Misterio, sin arriesgar. Han conservado el equilibrio, sin haberse lanzado a lo desconocido. En cambio los auténticos artistas jamás son equilibrados en ese sentido. Lo son por haberse sumergido en la aventura maravillosa y trágica de la Vida.
El artista se sirve de lo que está ahí fuera, pero no lo usa como un técnico, sino que lo transforma en su magnífica interioridad, lo produce de nuevo, lo recrea. ¿Cómo? De manera semejante: "Semejante, dentro de los límites impuestos por el material aludido (?) y semejante dentro de la especial intención estilística determinada por la época".
Tampoco el artista obra "como un científico, con conceptos y teorías, sino sensorialmente, en contacto con lo que ve, oye y palpa". Y cuando capta la esencia de la cosa o de los acontecimientos, se capta también a sí mismo. El artista que no busque encontrarse es insincero, no puede darnos una visión auténtica humana, es irremediablemente superficial, es decir, no es artista. "Cuanto más importante es el hombre, más fuerte, más rica, más honda, más sutil es su capacidad de encuentro y de respuesta, llegando a "encontrarse a sí mismo". El artista "no capta la cosa simplemente tal como está delante, sino contemplando su esencia desde su presencia; asimismo, en ese encuentro surge también su propio ser, algo de lo que él es, no en lo meramente cotidiano, sino en lo más íntimo".
TOTALIDAD Y SENTIDO. Considera Guardini que toda auténtica obra de arte es una totalidad, no un fragmento de lo que hay. Describe la visión de Van Gogh que se plasma en su célebre cuadro "La silla", en donde ésta se convierte en centro, "en torno al cual se congrega todo lo demás del espacio", agregando audazmente que en la obra de arte se expresa "la totalidad de la existencia en general".
Otra idea muy sugerente de Guardini es que la obra de arte tiene sentido pero no finalidad: "No se propone nada, sino que significa; no quiere nada, sino que es", afirmando el sentido del mundo que plasma.
Reflexiones del gran teólogo alemán que nos invitan a revisar nuestras concepciones teñidas muchas veces de moralismo o de un pedagogismo empobrecedor.

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