domingo, 25 de enero de 2009

Los espectros de Marx

Al leer Los espectros de Marx de Jacques Derrida, en donde la palabra fantasma aparece no menos de 200 veces en un libro de 200 páginas, veo sólo fantasmas. ¿No somos como fantasmas que siempre estamos por venir y siempre estamos yéndonos?

Derrida continúa la gran tradición fantasmática de la cultura occidental. ¿No son espectros los jinetes del apocalipsis que traen el hambre, la peste, la guerra y la muerte en sus caballos rojo, negro y amarillo? ¿No fue un espectro, Virgilio, el que guió a Dante por los tenebrosos círculos infernales? ¿No están habitados por fantasmas las creaciones de Shakespeare, el mayor genio dramático de todos los tiempos? Allí está Ariel, el espíritu del aire. Y están como espectros las brujas de Macbeth. Y, cómo dudarlo, aparece tangible, fantasmáticamente hablando, el espectro paternal de Hamlet, clamando venganza. ¿Y no fue a un espectro diabólico, Mefistófeles, a quien conjuró Fausto para que le devolviera la juventud perdida en medio de los libros? ¿Y no hemos crecido aterrados por Drácula, el vampiro, Conde sin sombra y sin reflejo especular? ¿Y Frankestein no es un espectro, sueño delirante de su joven creadora? ¿Podemos olvidar a Eleonora, la muerta rediviva en el delirio amoroso de Edgar Allan Poe? ¿O tal vez desdeñar los fantasmas rojos de Ray Bradbury, o los espectros cósmicos de Lovecraft, el atormentado creador de los mitos de Ctulhu? Ciertamente nuestros sueños y nuestros mitos están poblados por fantasmas. Aquí en nuestros predios latinoamericanos ¿no bastaría para probarlo la extraordinaria Pedro Páramo, novela de Juan Rulfo habitada íntegramente por fantasmas?

Cuando llegué a La Paz, ahora que lo recuerdo, hace varios años ya, vi fantasmas. Pero uno me llamó la atención: el fantasma de Marx habitando las conciencias del pueblo que luchaba por lo que siempre lucha. Y sentí que el viejo de Tréveris no había muerto, que su espíritu, o uno de sus espíritus, seguía alimentando esa vocación de esperanza que los pueblos latinoamericanos tienen, y en grado sumo el pueblo boliviano. ¿Y no está el fantasma del Che en la memoria larga de los vallegrandinos? ¿Y ese mismo fantasma no atormenta el sueño sin paz de los que lo conocieron o supieron de él y le negaron su cariño? Desde entonces creo que la buena conciencia de los satisfechos vive asaltada por ese fantasma luminoso.

Y cada noche los Epulones del capitalismo salvaje, son acosados por los fantasmas que se niegan a morir, y el mayor de ellos: el de Marx, a quien quisieron sepultar, ignorando que nadie puede enterrar a los fantasmas que viven en el corazón del pueblo.

1 comentario:

  1. Sin duda alguna en los inicios de nuestra conciencia cada uno de nosotros tenemos un fantasma que vive en nuestros corazones, un fantasma que lucha por el bien de uno y de los demas! Fantasma que ruega por entregarse a buscar el beneficio popular, lamentablemente ahora se imparte un ideal egoísta presente en casi cada uno de los hogares del mundo, sin una vocacion de entrega y de servicio! se podrá cambiar eso? o quizá solo es un pensamiento utópico subjetivo que tengo presente siempre? podré llevar el emnsaje a cada una de las personas, pero podré hacer que lo asimilen? La población podrá tomar conciencia de ello? tenemos una ardua tarea aquellos que queremos el cambio, aquellos que queremos superarnos, aquellos que deseamos elevar nuestra conciencia! aquellos que buscamos mejoras para todos, Gramsci impulsó como paso primero una Revolucion de conciencia que es punto de partida vital para el cambio, El Imperio caerá y el pueblo hará lo suyo!
    Atte. Larry Castillo.

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