domingo, 6 de septiembre de 2009

Los Padres de la Iglesia, los Pobres y los Ricos

Tal vez a determinados cristianos les disguste recordar lo que los Padres de la Iglesia dijeron sobre los ricos y la pobreza. Quizá reaccionen y nos digan que estamos en tiempos de globalización y de conocimiento, de productividad y competitividad, de sociedad abierta, de comercio digital, de coaching and mentoring, de amazon.com, de facebook and twitter? en fin.
Pero nada puede impedir que las palabras de los Padres de la Iglesia sigan resonando a través de los siglos con la fuerza de un viento huracanado o resplandeciendo con la diafanidad de un sol en invierno.
No eran los Padres adictos a las medias verdades, a los eufemismos anestésicos, a los rodeos, a la sordina vocal, a la hipocresía, a las figuras oblicuas, a la mención surrealista, a la baba sofística de los mercaderes del Templo o de los agusanados gerentes transnacionalizados. Eran, por el contrario, directos, ásperos, proféticos, sin temores. ¿Qué podían perder, si a todo habían renunciado? ¿Qué debían temer, si la muerte misma era como una campanada de Dios? Nada tenían, y esa era su riqueza; nada les ataba, y esa era su fuerza. Amaban a todos, pero antes y siempre a los pobres. Seguían a Isaías, a Ezequiel, a Jeremías, a Pablo de Tarso, a Santiago el Mayor, y, entre todos, al primero, a Jesús, el Cristo, el Pobre, el Ecce Homo escarnecido y crucificado; el que tenía la luz de las estrellas como manto, las piedras como lecho, y como bebida el rocío de la madrugada.
Por eso, los Padres, dijeron lo que dijeron. Y los cristianos ricos y los otros satisfechos, aquellos que ocupan las primeras bancas de las Catedrales, bien harían en leer lo que dijeron aquellos amantes del Desierto:
NO VENDAS A ALTOS PRECIOS, aprovechándote de la necesidad. No aguardes a la carestía de pan para abrir entonces tus almacenes. No esperes, por amor al oro, a que venga el hambre, ni por hacer negocio privado la común indigencia. No seas traficante de las calamidades humanas. Tú miras el oro, y no miras a tu hermano: reconoces el cuño de la moneda y disciernes la genuina de la falsa, y desconoces de todo punto a tu hermano en el tiempo de necesidad" (San Basilio)
"LA VANAGLORIA, la ambición, el afán de riquezas y de placer, y todas las demás cosas que constituyen la perversa mercancía del diablo son presentados como chucherías a la avidez de los hombres, en lugar de higos, almendras o cualquiera de esas cosas. Esto es precisamente lo que lleva a descubrir con facilidad a las almas simiescas: quienes simulan el cristianismo con fingimiento hipócrita, se quitan la máscara de la templanza, de la mansedumbre o de cualquier otra virtud en el tiempo de la prueba" (San Gregorio de Nisa).
"¡OH, si amáramos debidamente a Dios no amaríamos en absoluto el dinero! Entonces sería para ti el dinero un instrumento de peregrinación, no un cebo de la codicia, y de él usarías para tus necesidades y no para deleitarte en él... Usa del dinero como el viajero en el mesón usa de la mesa, el vaso, la olla, la cama. Lo has de abandonar, no lo has de poseer siempre" (San Agustín).
"¿Y QUÉ ES LO QUE DICE EL RICO? 'Alma mía, tienes muchos bienes en reserva, come, bebe, banquetea diariamente' (Luc. 12, 19). ¡Oh insensatez! Si tuvieras alma de cerdo, ¿qué otras buenas noticias le dieras? ¿Tan bestial eres, tan poco entiendes de bienes del alma, que le ofreces los manjares de la carne y, lo que ha de parar en el retrete, eso presentas como regalo de tu alma?" (San Basilio).
"Y así es que el no dar parte de lo que se tiene es ya linaje de rapiña. Reprendiendo Dios a los judíos por boca del profeta, dice: 'La tierra ha producido sus frutos y no habéis traído los diezmos, sino que la rapiña del pobre está en vuestras casas'... (San Juan Crisóstomo).
Así, pues, oh rico de alma simiesca, linaje de rapiña, traficante de las calamidades humanas, que acumulas la perversa mercancía del diablo que ha de parar en el retrete, escucha a San Basilio: "¿No saliste desnudo del vientre de tu madre? ¿No has de volver igualmente desnudo al seno de la tierra?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores